Durante la primera mitad del siglo XX los cañones estuvieron enterrados justo en la entrada del Palacio Municipal. Fue hacia principios de década de los setentas en que se incluyeron en la plaza principal.
[Foto cortesía de Carlos Alberto Ortega Pérez]
Ahí permanecieron hasta 1988 cuando, en el contexto de la ola modernizadora que contagió a gran parte del país, se mandó construir en ese mismo sitio un quiosco sobre adoquín, en detrimento, por desgracia, de la singular glorieta con todo y cañones y estatua de Miguel Hidalgo.
Desde entonces, a pesar del cuidado que se les hubiera querido dar, dicho cuidado vino a menos con el transcurrir de los años, condenados a permanecer olvidados en algún rincón de la Presidencia Municipal -como se puede apreciar en la foto- en espera de ser rescatados algún día para volver a ser objeto de orgullo de generaciones presentes y futuras.
Quizás no hablemos de monumentos, pero sí -con suerte- de exhibirlos dignamente junto con otras piezas históricas, que le den sentido, sustento e identidad a nuestro querido Zacualpan.
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